De acuerdo con Beramendi (2013: 11-12) la subrepresentación de las mujeres en política es uno de los déficits que afectan la calidad de la democracia de la región. La paridad surge como “una solución definitiva para la subrepresentación de las mujeres [que] empezó a enmarcarse en un nuevo paradigma: el de la paridad entre hombres y mujeres en la representación política y los ámbitos de gobierno”. El presente texto se enmarca en la premisa de que la democracia paritaria es el camino a seguir para acabar con la desigualdad política hacia las mujeres, teniendo en cuenta que la paridad no es una medida, ni es una cuota, sino un principio de igualdad efectiva que puede utilizar distintos mecanismos y medidas para su cumplimiento.